Monday, December 20, 2010

El año se termina... Sí, se termina. Y de la manera más inesperada. Muy. Con gente que vuelve, que reaparece en mi vida, terminando con otras... Lejos, muy lejos de la persona que creí que iba a tener más cerca. Extrañándote mucho, eso sí, extrañándote mucho pero entendiendo que hay ciclos que cerrar. Termino el año pensando demasiado en el futuro. Anticipándome, ansiosa.
Quizá sin querer mirar el año en el que tanto viví. En el que me animé a ser, a vivir, a sentir, a arriesgarme, a vivir una historia de amor equivocada... pero hermosa; a vivir también mi propia historia, aún teniéndola lejos, pero animándome. Amé. Amé mucho y perdidamente, amé más allá de la distancia, más allá de las edades, más allá de las complicaciones. Pude hacer borrón y cuenta nueva, pero realmente hacerlo. Comprendí que el no hay títulos o el no somos nada, no sirve ni un poquito, que uno a los vínculos los arma con el alma, con el corazón, con el cuerpo y con la cabeza... Uno siempre es
Me acerqué a mi hermana, después de años de no hablarla. Me enseñó muchas cosas, me contó muchas cosas, le conté muchas mías. Pudimos llevarnos bien, comprendernos, escucharnos, abrazarnos, quedarnos noches enteras escuchando música entre risas y contarnos nuestras vidas de a pedacitos. Pude entenderla. Quererla. Amarla. Estamos pudiendo ser hermanas
Pude expresar abiertamente mis elecciones. Aunque probablemente me haya equivocado, creo que fue importante tener los ovarios necesarios para decir frente al mundo lo que creí que era. Y orgullosa. No sé en qué terminará eso, y no me apuro por saberlo... Simplemente, vivo. Y amo a quien se me ocurra amar. Creo que así funciona la vida.
Viajé con las tres mujeres más hermosas del mundo. Las que me acompañaron desde hace muchos años en mi vida. Me reí con ellas. Lloré con ellas. Me escucharon. Las escuché.
Comprendí también que las amistades se renuevan. Que las relaciones maduran, y que hay que entender que así como uno crece y cambia, las amistades también lo hacen. Entendí que el hecho de que seas mi amiga, no te convierte en parte mía. Pude separarte de mí y aceptar el momento por el que estás pasando. Y acompañarte a ser feliz. Sí, como chicas grandes. 
Se alejó de mi vida otra persona esencial. Mi hermana, prima, amiga, compañera de vida. Se me fue más allá de cuatro cuadras, y mierda cómo la extrañé. Pero sobreviví. Nos acompañamos desde lejos, entendí que no hace falta tener a una persona pegadita a vos para que sepa acompañarte, que cada vez que te vea va a ser lo mismo, que nos acompañamos. Nos amamos, y somos felices. 
Logré encontrar un refugio en la luna, en los puntos cardinales, en el sol, en la tierra. Aprendí a creer en algo que no veo, pero sé que está ahí, protegiéndome, cuidándome la espalda.
Me encontré llorando frente a mi hermano, abrazándolo como nunca y contándole lo que tanto me pesaba. Me reí con él. Comencé a conocerlo. Y así, entenderlo.
Voy aprendiendo de a poquito a perdonar. 

Termino el año muy diferente a como terminé el anterior. Es más, yo diría que absolutamente todo lo contrario. Termino este año con la cabeza muy clara y bastante limpia, como con las ideas más aireadas, sin tomar decisiones, o muy pocas(lo más importante: segura de ellas). Cerrando ciclos, poniendo punto final a aquello que no me hace bien, e intentando esperar. Ir lento. Relajarme. No esperar nada, no censurarme, no especular con la vida.
Un año productivo diría yo. Un año en el que definitivamente CRECÍ. Viví como la puta madre(en el buen y en el mal sentido).
Y por lo general no me gusta hacer balances, nunca supe hacerlos. Pero este año definitivamente se lo merece. Este año fui feliz, comencé a aprender y a comprender que a la felicidad se la fabrica uno, sin importar los componentes externos. Lloré, estuve muy confundida. Tomé decisiones equivocadas, quizá de las peores, y no me arrepentí. 
 Y ahora, en el último mes del año, y sin proponermelo, creo que comencé a hacer las cosas bien. O por lo menos, a intentarlo. Ir lento, por lo menos a mí, me funciona.



 GRACIAS-


Por comprenderme, por abrazarme,
por escucharme llorar, por no decir nada, por decir
las palabras exactas. Por reír conmigo.
Por llorar conmigo. 
 

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