Thursday, September 30, 2010

Qué se supone que tengo que hacer con vos?
Tengo tanto miedo de no poder soportarlo...

Y como te decía, amigo, pensar 
que todo se solucionaría con un
'Ya está mi amor, vení, te extraño...'
Porque a veces siento que no valorás el alma y el corazón que le pongo a las cosas, las ganas, el entusiasmo, la ilusión. No sé por qué ni si está bien, pero la vida a mí no me resbala, y aprendí a vivirla de forma diferente.
Éste será el punto del que tanto hablé?
Ahora mismo tan solo sé que no sé cómo no amarte.
-Bah? No te entiendo boluda, hace un par de días me dijiste que...
-Es que no entendés? Yo la amo, y en eso se resume todo, qué querés que haga? Por más que haga y haga, y piense y piense, no puedo vivir sin ella, es así.
-(interrumpiendo)No Maru! No digas eso!
- ... por? (pensé).
Ahora entiendo.
El velo semitransparente
del desasosiego
un día se vino a instalar
entre el mundo y mis ojos.
Yo estaba empeñado en no ver
lo que vi, pero a veces
la vida es más compleja
de lo que parece.

Pensaste que me iba a quebrar
y subiste tu apuesta,
me hiciste sentir el sabor
de mi propia cocina.
Volví a creer que se tiene
lo que se merece,
la vida es más compleja
de lo que parece.

Todas las versiones
encuentran sitio en mi mesa,
Todas mis canciones
por una sola certeza.

No quiero que lleves de mí
nada que no te marque.
El tiempo dirá si al final
nos valió lo dolido.
Perderme, por lo que yo vi
te rejuvenece,
la vida es más compleja
de lo que parece.

Mejor, o peor, cada cual
seguirá su camino...
Cuánto te quise, quizás,
seguirás sin saberlo.
Lo que dolería por siempre,
ya se desvanece,
la vida es más compleja
de lo que parece.



La vida es más compleja de lo que parece - Jorge Drexler.
Y si hasta acá llegamos, hasta acá habremos llegado.
Perdón, pero no sé tomarme la vida tan light. 
Supongo que respirando hondo un par de veces se me pasa... No, no puedo dejar de amarte y a eso ya lo sé, te aparecés hasta en la sopa. Sí, me siento mal, pero siempre es así, o no? Es un crack que uno siente al principio y después se va, uno vive... Lo viví antes y puedo volver a vivirlo. Uno muere y resucita mil veces, no se trata de eso la vida al fin de cuentas? De caer y levantarse, de llorar, secarse las lágrimas y sonreír, de amar y dejar amarse, de avanzar y también de ir hacia atrás?. Puse en la balanza mil cosas y con un par de vendas y curitas pude hacer que vayas ganando. No preguntes. Quizá me agarraste en el momento justo para que explote, quizá era mi vaso el que se estaba llenando y terminó por rebalsar, seguramente soy yo la que tiene que repensar un poco su vida y vaciar un par de vasos para poder seguir.
Te escribí y no me contestás... Habré hecho bien? Qué estarás pensando? Sí, que no cambio más, que no entiendo que no lo hacés a propósito, que qué haría yo en tu lugar, que no entiendo, que te morís por verme, que no entendés un choto de lo que te estoy diciendo, que qué mierda me pasa, que por qué salgo con esto ahora, que sí, si estaba rara viste, algo le pasaba, yo sabía, que no entiendo que no lo hacés a propósito, que te morís por ir, que no entiendo, que deje de pensar un poco, que no entiendo, que te morís por verme, que no entiendo.
Y sabés qué es lo peor de todo? Que no, no entiendo.

Tuesday, September 28, 2010

Creer.. creo que esa sería la palabra. Necesito creer. Últimamente un par de sucesos me estuvieron quitando esas ganas de confiar plenamente en lo que se sabe, de respirar tranquila frente a lo que ya está, frente a lo que existe
Quiero cuidarte. Yo, desde acá-tan cerca pero aún así tan lejos-, tan pequeña, tan terca, tan egoísta, tan inútil, tan caprichosa; quiero tener la sensación de que estás bien, y sé que no lo estás... Eso duele tanto. Sos una parte mía, sabés? Y somos un lío. Vos, tu vida; y yo, la mía... Pero por qué no empezamos a acompañarnos? Vos existís en mí, siempre lo hiciste y siempre lo vas a hacer. (Y acá va lo de creer en lo que uno cree que existe) Por qué tu imagen que fui armando en el correr de nuestras vidas se fue desfigurando tanto, en tan poco tiempo? Por qué siento que tus ojos son otros? Por qué siento que a ese corazón le hacen falta tantos abrazos? Y yo lo único que quiero hacer es dártelos... Te extraño, sabés? Aunque te vea todos y cada uno de mis días, yo te extraño... Y no quiero extrañarte. Quiero poder sentarme al lado tuyo y reírme mucho, no sentarme sola frente a un monitor y llorarte. Quiero poder abrazarte y protegerte, protegerte mucho... Me da miedo que algo te pase. Me da miedo que no estés bien. Te amo, y aunque te lo diga sólo con alcohol encima, vos sabés que es así. Vuelvo a pensar y no soporto tu imagen desprotegida, me surgen unas ganas terribles de llorarte y llorarte gritando, gritarte que te amo con todo lo que se puede amar a alguien, que sos parte de mí, que la vida nos va a tener por siempre juntos (y que ni se le ocurra separarnos), porque pase lo que pase yo quiero saber que siempre voy a mirar hacia un costado y vas a estar vos, aunque sea para que sonrías y sienta que miro hacia un espejo, que siempre vamos a estar ahí, acompañándonos.
Te amo. No te das una idea de todo lo que sos en mí. Mis abrazos desbordan, y son todos tuyos

Y es verdad, nunca te escribí nada...
Es más, no sé si alguna vez entraste acá.
Pero ojalá que sí. Ojalá que leas,
y sepas lo que no me animo a decirte... 
Pero lo que intento demostrarte con cada 
beso al mediodía, tarde, noche.
Estoy con vos, sabés?
ESTOY CON VOS.
Mi hermano... mi vida.   
  

Sunday, September 26, 2010

Y me dicen que deje de pensar



y yo no puedo. 

Saturday, September 25, 2010

Vacío. Me quedo mirando un punto vacío hacia la nada.
A veces pienso que debería dejar de hablarte, hay momentos en los que se me ocurre que no me hacés del todo bien. Últimamente me es extraño todo y extraño mucho, a muchos... o a mí. No sé. En los últimos días no pude definirme, me encuentro abstracta, o abstraída, triste, sin ganas; y los factores no ayudan. Definitivamente no estoy bien, y no sé qué necesito.
(Y a vos, me hizo bien verte anoche, que seas tan feliz me hace muy feliz; y fuiste una de las pocas personas capaces de transmitirme esa felicidad, lo andaba necesitando... Gracias.)
El punto en el vacío se acerca y con él va arrastrando un par de lágrimas, que no salen. Se quedan atascadas entre mi estómago y los pulmones. Hay días en los que pienso que no me hacés del todo bien. O quizá estoy tan acostumbrada a que seas la causa y efecto de mis momentos, que no se me ocurre otra razón de no-felicidad. Sabés? No me gusta acostumbrarme.
Por instantes un refusilo de alegría cree acercarse, pero al instante se aleja... Sólo quiero alguien que no me pregunte nada. Que se acerque a mí y me abrace... me abrace bien fuerte y no me suelte; alguien que exista y no pregunte; que me deje llorar en su hombro, en su cara, en sus manos, en sus brazos; y que esté.  (y vos, desafortunadamente, NO PODES).

Saturday, September 18, 2010

Y el agua lentamente comenzó a caer (Con ella el vapor, el fuego contenido liberándose, el calor extasiante). Sutilmente recorrió su espalda, su pecho, su vientre y sus piernas, sus más sutiles secretos y verdades, y mentiras. Desde su cabeza se ordenaba un escalofrío, acomodando su temperatura... temblaba. Cerrando sus ojos, una voz grave de fondo lo invadía todo, la sentía susurrándole al oído palabras extranjeras pero sin embargo familiares, sencillas, tranquilizadoras; sintió el calor interno recorrer su cuerpo de norte a sur.
Sin poder controlar sus latidos que sin previo aviso aceleraban su paso, gritó desesperadamente y sin sonido; la combinación exacta de vapor, agua y total falta de oxígeno.
Incapaz de divisar completamente sus pensamientos, calló. Intentó respirar, sus labios esbozaron lentamente una sonrisa que apenas dejaba entrever sus dientes y se confundía con la nostalgia-o tristeza-; Su corazón comenzó a apaciguarse. 
Miró hacia sus pies descalzos, las gotas que recorrían nuevamente su pecho caían sobre el piso todavía mojado, pero esta vez sin vapor. Dejó que sus piernas se doblen bruscamente, y sin deslizarse pudo sentir el frío helado de los cerámicos congelar su espalda. Las gotas saladas continuaban esparciéndose, nublándolo todo, aunque ya sin poder ser saboreadas.
Angustia-

Wednesday, September 8, 2010

Y mientras más me centro en que definitivamente NO ME CERRÁS, más siento que te desconfío y ya menos siento que te amo. Te enajeno instantáneamente y no logro entenderte.
Y acá me tenés, con el ceño fruncido y analizándote minuciosamente. Un mensaje de buenas noches y sí mi amor, yo también te amo, hasta mañana (que descanses), y yo me voy pareciendo cada vez más a Sherlock Holmes (y sin Watson).
Peor aún, siento que no te conozco. 
¿Qué te gusta almorzar? ¿Qué hacés apenas te levantás? ¿Dormís con pijama cuando estás sola? ¿Qué soñás? ¿Cómo es tu letra? ¿Te gusta reírte sola? ¿Cantás cuando te bañás? ¿Hablás aunque nadie te escuche? ¿Te da vergüenza hablar en público? ¿Qué mano fue la primera que te tocó?¿cuándo? ¿Te gusta mirarte en el espejo? ¿Galletas, pan, o tostadas? ¿Mermelada o dulce de leche? ¿Café? ¿Qué ves en la tele? ¿Qué dicen tus ojos cuando mentís?-y no me digas que no lo hacés- ¿Te duele la panza cuando estás nerviosa?¿o tocés? ¿Cómo ponés la hoja cuando escribís?¿de costado o derecha? ¿Qué dice tu pasado?¿qué esconde?-intenté vislumbrarlo a través de tus ojos... de a ratos me dejaste, y por momentos no-.
QUIERO CONOCERTE, es una de las grandes metas momentáneas de mi vida (pienso concretarla, aunque para ese momento ya sea todo telepático, y no existan los msjs de texto-viviremos juntas-).

Saturday, September 4, 2010

Domingo 4 de agosto.


 Esta mañana abría el cajón del armario chico y se desparramaron por el suelo una cantidad imprevista de fotos, recortes, cartas, recibos, apuntes. Entonces vi un papel de un color indefinido (es probable que en su origen haya sido verde, pero ahora tenía unas manchas oscuras, con la tinta corrida por viejas humedades para siempre resecas). Hasta ese momento no recordaba en absoluto su existencia, pero en cuanto lo vi reconocí la carta de Isabel. Pocas cartas nos hemos escrito Isabel y yo. En realidad, no hubo motivo, ya que no tuvimos largas separaciones. La carta estaba fechada en Tacuarembó, el 17 de octubre de 1935. Me sentí un poco extraño al enfrentarme a esos caracteres delgados, de largas y perfiladas colas, en los que era posible reconocer una persona, y también una época. Era evidente que no había sido escrita en estilográfica, sino con una de aquellas plumas cucharita que, no bien se las obligaba a escribir, sabían quejarse sordamente y hasta escupir a su alrededor gotitas casi invisibles de tinta violeta. Tengo que transcribir esa carta en esta libreta. Tengo que hacerlo, porque ella es parte de mí mismo, de mi incanjeable historia. Me fue dirigida en una circunstancia muy especial y, además, su relectura me ha descentrado un poco, me ha hecho dudar de algunas cosas, incluso diría que me ha conmovido. Dice así: "Querido mío: hace tres semanas que llegué. Tadúcelo: tres semanas que duermo sola. ¿No te parece horrible? Tú sabes que a veces me despierto de noche y tengo absoluta necesidad de tocarte, de sentirte a mi lado. No sé que tienes de reconfortante, pero saberte junto a mí hace que en el semisueño me sienta bajo tu protección. Ahora tengo horribles pesadillas, pero mis pesadillas no tienen monstruos. Sólo consisten en soñar que estoy sola en la cama, sin ti. Y cuando me despierto y ahuyento la pesadilla, resulta que efectivamente estoy sola en la cama, sin ti. La única diferencia es que en el sueño no puedo llorar y, en cambio, cuando me despierto, lloro. ¿Por qué me pasa esto? Sé que estás en Montevideo, sé que te cuidas, sé que piensas en mí. ¿Verdad que piensas? Esteban y la nena están bien, aunque sabes que tía Zulma los mima demasiado. Apróntate a que, a nuestro regreso, la nena no nos deje dormir por unas cuantas noches. Por dios, ¿cuándo vendrán esas cuantas noches? Tengo una noticia, ¿sabes? Estoy otra vez embarazada. Es horrible decírtelo y que no me beses. ¿O para ti no es tan horrible? Será varón y le pondremos Jaime. Me gustan los nombres que empiezan con jota. No sé por qué, pero esta vez tengo un poco de miedo. ¿Y si me muero? Contéstame pronto diciéndome que no, que no voy a morirme. ¿Pensaste ya qué harías si yo me muero? Tu eres animoso, sabrías defenderte; además, encontrarías enseguida otra mujer, ya estoy espantosamente celosa de ella. ¿Viste qué neurasténica estoy? Es que me hace mucho mal no tenerte aquí, o que no me tengas allí, es lo mismo. No te rías, siempre te ríes de todo, aunque no se trate de nada gracioso. No te rías, no seas malo. Escríbeme diciendo que no voy a morirme. Ni siquiera como alma en pena podría dejar de extrañarte. Ah, antes que me olvide: háblale por teléfono a Maruja, para hacerle acordar que el 22 es el cumpleaños de Dora. Que la salude por mí y por ella. ¿La casa está muy sucia? ¿Fue a limpiar la muchacha que me recomendó Celia? Cuidado con mirarla demasiado, ¿eh? Tía Zulma está feliz de tener aquí a los nenes. Y tío Eduardo no te digo nada... Los dos me hacen grandes cuentos de ti, cuando tenías diez años y venías a pasar aquí tus vacaciones. Parece que te hiciste famoso con tus respuestas para todo. Un muchacho bárbaro, dice tío Eduardo. Yo creo que sigues siendo un muchacho bárbaro, aún cuando llegas cansado de la oficina y tienes en los ojos un poco de resentimiento, y me tratas con ligereza, a veces con rabia. Pero de noche lo pasamos bien, ¿no es cierto? Hace tres días que está lloviendo. Yo me siento junto al balcón de la sala y miro la calle. Pero por la calle no pasa ni un alma. Cuando lo nenes están durmiendo, voy al escritorio del tío Eduardo y me entretengo con el Diccionario Hispanoamericano. Aumentan a ojos vista mi cultura y mi aburrimiento. ¿Será niño o niña? Si fuera niña, puedes elegir el nombre, siempre y cuando no sea Leonor. Pero no. Va a ser varón y se llamará Jaime, y tendrá una cara larga como la tuya y será muy feo y tendrá mucho éxito con las mujeres. Mira, me gustan los hijos, los quiero mucho, pero lo que más me gusta es que sean hijos tuyos. Ahora llueve frenéticamente sobre los adoquines. Voy a hacer el solitario de los cinco montones, el que me enseñó Dora, ¿te acuerdas? Si me sale, es que no me voy a morir de parto. Te quiere, te quiere, te quiere, tu Isabel. P.D: ¡Salió el solitario! ¡Hurra!".
A 22 años de distancia, qué indefenso parece ese entusiasmo. Sin embargo, era legítimo, era honesto, era cierto. Es curioso que con la relectura de esta carta haya vuelto a encontrar el rostro de Isabel, ese rostro que, a pesar de todos mis olvidos, estaba en mi memoria. Y lo hallé a parir de esos "tú", de esos "puedes", de esos "tienes" porque Isabel nunca hablaba de vos, y no por convicción, sino meramente por costumbre, quizá por manía. Leí esos "tú" y enseguida pude reconstruir la boca que los decía. Y en Isabel, la boca era lo más importante de su rostro. La carta es como era ella: un poco caótica, en permanente vaivén del optimismo al pesimismo y viceversa, siempre alrededor del amor en la cama, llena de temores, movediza. Pobre Isabel. El hijo fue varón y se llamó Jaime, pero ella murió de un ataque de eclampsia pocas horas después del parto. Jaime no tiene una cara larga como la mía. No es nada feo, pero su éxito con las mujeres es provisorio, y además inútil. Pobre Isabel. Creía que, sacando el solitario, ya había convencido el destino, y únicamente lo había provocado. Todo está tan lejano, tan lejano. Hasta el marido de Isabel, el destinatario de esta carta de 1935 que era yo mismo, hasta ése también está ahora lejos, no sé si para bien o para mal. "No te rías", me dice y me repite. Y es cierto: yo me reía en ese entonces muy seguido y a ella mi risa la caía mal. No le gustaban las arrugas que se me formaban junto a los ojos cuando me reía ni encontraba graciosa la causa de mi risa, ni podía evitar sentirse molesta y agresiva cuando yo me reía. Cuando estábamos con otra gente y yo me reía, ella me miraba con ojos de censura que anticipaban el reproche posterior para cuando estábamos solos: "No te rías, por favor, quedas horrible". Cuando ella murió, la risa se me cayó de la boca. Anduve casi un año agobiado por tres cosas: el dolor, el trabajo y los hijos. Después volvió el equilibrio; volvió el aplomo, volvió la calma. Pero la risa no volvió. Bueno, a veces me río, claro, pero por algún motivo especial o porque conscientemente quiero reírme, y esto es muy raro. En cambio, aquella risa que era casi un tic, un gesto permanente, ésa no volvió. A veces pienso que es una lástima que no esté Isabel para verme tan serio; ella hubiera disfrutado mucho con mi seriedad actual. Pero, tal vez, si Isabel estuviera aquí conmigo, no me habría curado de la risa. Pobre Isabel. Ahora me doy cuenta de que hablaba muy poco con ella. A veces no encontraba de qué hablar; en realidad, no había entre nosotros mucho temas comunes, aparte de los hijos, los acreedores, el sexo. Pero de este último tema no era imprescindible hablar. Ya eran bastante elocuentes nuestras noches. ¿Eso era el amor? No estoy seguro. Es probable que si nuestro matrimonio no hubiera terminado a los cinco años, habríamos adivinado más tarde, que eso era sólo un ingrediente. Y quizá no mucho más tarde. Pero en esos cinco años fue un ingrediente que alcanzó para mantenernos unidos, fuertemente unidos. Ahora, con Avellaneda, el sexo es (para mí, al menos) un ingrediente menos importante, menos vital; mucho más importantes, más vitales, son nuestras conversaciones, nuestras afinidades. Pero no me encandilo. Tengo bien presente que ahora tengo cuarenta y nueve años y cuando murió Isabel tenía veintiocho. Es más seguro que si ahora apareciese Isabel, la misma Isabel de 1935 que escribió su carta desde Tacuarembó, una Isabel de pelo negro, de ojos buscadores, de caderas tangibles, de piernas perfectas, es más seguro que yo diría: "Qué lastima", y me iría a buscarla a Avellaneda.









La Tregua, por Mario Benedetti. 

Thursday, September 2, 2010

Qué extrañas ganas de ser Mireille.





  
       A veces tengo miedo de que nada haya sido una confusión, de que las cartas no estén de más(y con ellas, las palabras), de que Ismael también tenga efectos secundarios en mí.


(Sigo extrañándote)