Una gota rozó su labio y cayó.

La amargura de pensar qe la había perdido no hacía más qe invadir su mente completamente.
Se levantó, miró el cielo oscuro, y se volvió a sentar; esta vez con un cuaderno y lápiz en mano. Quería escribir.
Una gota rozó su pelo y cayó.
Intentó escribir, no hacía más qe pensar en ella. Qería dedicarle algo, algo más qe todas las canciones robadas qe qiso hacerlas propias. Quería sentirla, tenerla.
Asentó el lápiz en el papel. Nada. Leyó, tratando de inspirarse y poder encontrar su amor entre palabras de otro autor. Nada.
Una gota más, qe rozó su pierna.
Era verano y el día estaba nublado, el calor había dado un respiro. La lluvia caía y no le importaba. No hacía más qe pensar en ella.
Pensaba en cómo invadía su mente, de una manera tán rápida y extraña. Pero no podía, no era suya.
El viento erizaba su cuerpo. Parecía sentir qe la estaba tocando, parecía sentir su cuerpo junto al suyo, y no. No había sido más qe el romance prohibido entre una mujer y el descanso de un verano eterno.