Monday, November 29, 2010

Y a pesar de todo, está precisamente perfecto para nuestro ritual inventado.
Prepararía el fuego y te esperaría llegar. Hasta te estoy imaginando...
Bajás del auto (ya te dije que pases directamente al patio, estoy ahí), te veo,
pero todavía no lográs verme.
O mejor aún, amanezco con vos. Me despierto, te observo dormir unos segundos.
Me visto (así nomás) y me paro al lado de la ventana.
Necesito que el viento golpee en mi naríz.
Sí, te despertaste y siento tus pasos. Entrás al baño. Salís.
Te siento caminar y no me doy vuelta.. Espero tus manos en secreto y ellas llegan a mí, desde mi cintura. Ambas.
Suben lentamente por los laterales de mi cuerpo a medida que tus labios
se apoyan lentamente sobre mi cuello. Un beso, dos. Tres. Cuatro.
A punto de desfallecer, susurrás en mi oído Buen día.
El Buen día más lindo del mundo. El sol casi acaricia mi cara y vos estás ahí,
ahí pero aquí, conmigo. En mi espalda, sosteniéndome y susurrando al oído las flores más bellas. Absorviendo mis sentidos, encajando perfecto.

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